
Poemas de amor
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Poesía – Promoción: a 0,95 € en Amazon
Uno de los libros de poemas más representativos del autor, en el que somos testigos (y quizá protagonistas) de una historia de amor (o desamor).
El amante y sus vaivenes pasionales a través de un singular diario repleto de finas torturas y deliciosos placeres. Una inolvidable biografía sobre una relación de pareja donde predominan los claroscuros y los contrastes: el sexo y sus carencias, las rupturas y los reencuentros, el amor y el desamor, las reflexiones y los anhelos, la ternura y el dolor, las esperanzas y la desazón, lo sagrado y lo profano…
El amor, sí o sí, aquí, a través de estos frescos, rotundos, certeros versos, enfocados desde una perspectiva novedosa y muy sorprendente, se convierte en un binomio explosivo a lo largo de estos poemas de amor.

Promoción válida para los siguientes 30 ejemplares
Puntos de venta
Opiniones de los lectores


Me gustan estos poemas donde como jugando, entre humor, picardía, amor, erotismo, se te escapa (o dejas ir) tanta humanidad.

José Martín Molina, un escritor como la copa de un pino: inmenso, profundo, frondoso e intrigante. No os lo perdáis.

Debemos saludar la antipoesía de algunos otros jóvenes poetas de los 90′; muy en especial la de José Martín Molina (Madrid, 1971), por su acendrado hedonismo y excelente sentido del humor. La antipoesía de ambos autores [Bins y José Martín Molina], a su modo diferentes y complementarias entre sí, nos permite reparar, tal como César Vallejo nos lo enseñó, en que el hábito no hace a la poesía ni, mucho menos, al poeta. Es decir, nos permite mantener abiertas las ventanas, de saludable aire fresco, en la irrespirable capilla de yuppies en que pareciera iba a convertirse toda la poesía española a manos de los del negocio de la "experiencia".
publicado en la revista Babab (ver más)

Me encanta la fluidez con la que se lee, todavia estoy embriagada con su lectura. Fabuloso, me lo he leído en un día, se lee solo!!! Os la recomiendo!!!

Es un libro delicioso, sigues sorprendiéndome con lo que escribes y sigo teniéndote mucha envidia (siempre sana). Besosss.

Interesantes escritos de @kulodezebra en http://t.co/aGWVwDxzTa Literatura moderna e impactante.

Encontré este libro por casualidad en Amazon, me interesó y lo compré. Y tengo que felicitar al autor por este gran libro. Tiene poemas muy buenos. Y con algunos de ellos he recordado cosas que a mí también me han pasado. Me ha encantado, sinceramente. Un gratísimo descubrimiento.

Sin atender a nacionalidades ni a generaciones, y mucho menos a etiquetas de alta poesía o poesía popular, entre los poetas que he descubierto aquí destacaría a Déborah Vukusic, Óscar Pirot, Álvaro Guijarro, Bárbara Butragueño, Toño Benavides, Antonio Díez, María Salgado, Dani Orviz, Miriam Reyes, Óscar Curieses, Enrique Falcón, Alejandro Céspedes, Rodrigo Galarza, Anouk A., Andrés Neuman, Billy MacGregor, Pedro Arguedas, Elena Medel, Silvia Oviedo, Omar Pimienta, Ana Gorría, José Martín Molina, Mercedes Cebrián y otros treinta que me olvido para evitar el aburrimiento.
publicada en la página Urbe Salvaje (ver más).

@kulodezebra Eres bueno…"Qué sinfonía de vasos llenos, Fue jazz-mín aminoácido.".

Una reseña se realiza siempre tras haber leído la obra; en este caso, me tomo la libertad de confeccionarla a media lectura y sin riesgo a equivocarme.
Esta obra es lenta. José nos obliga a palpar, masticar, tragar y digerir la idea y el sentimiento que se esconde en cada frase, en cada verso y me atrevería a decir, en cada punto.
Por eso lo hago ahora, porque no quiero esperar a terminar y privaros de las sensaciones de esta historia de amor.
Aquí os dejo unos ejemplos, para que hagáis boca:
* "Casi descubrimos las perlas del liquen."
* "Entonces mendigué un poco de paz."
* "Las noches incuestionables y asombrosas en que nos masticábamos los nudillos con tenedores alados."
Leedla, no os arrepentiréis.

@kulodezebra pero mira que es entretenido leerte, te mire por donde te mire y en cualquier versión #doloresynubes.

Me acabo de terminar el libro "Dolores y Nubes" de José Martín Molina, una historia de amor. Me encanta la fluidez con la que se lee. Maravilloso.

Dolores y Nubes (J. Martín Molina): Poemas que brollan de la fuente de la vida en cascada de desafíos, ternuras y deseos. Inigualable!

Eres el mejor, no dejes nunca de escribir plis, tus poesías me erizan la piel.

Poemas del libro

Algunos poemas extraídos de Dolores y nubes
Necesidad urgente en un portal
Necesidad urgente en un portal
Me agarraste por la solapa
y me metiste en tu portal
y me apretaste entre tus muslos
y empujé contra los buzones
y engrasamos tus nalgas
y me temblaron las piernas
y te tragaron las escaleras
y tu cuerpo de leche corrió hacia los sueños.
Delirien-Walzer
Delirien-Walzer
No fue fácil decirte que me moría.
Te lo tomaste a guasa: «siempre tan romántico», decías.
Entonces vino el africano de la entrepierna a saludarte.
Y comprendiste lo enfermo que estaba.
Con pericia me diste grasa y calor de hormigas.
Retumbé como un asno sumergido en tu lodo.
Después fumamos cartas de amor.
Susurros plata.
Nos empalagamos de nubes.
Tu cintura fue lecho donde apaciguar anguilas.
Y la noche dio más de doce campanadas.
Y varias vueltas de vals.
Me fui por el sumidero o claraboya.
Te fuiste con un candelabro en las pestañas y
una garrapata feliz en tu carne.
Creo que nos dormimos con la luz incendiada.
Abrazados como grúas.
Por la mañana desayunamos una ducha ardiente.
El vaso dio reflejos de alto colibrí.
Y al ver cómo devoraba yo la persiana
dijiste: «tú siempre tan romántico».
Finalmente, nos cambiamos la pulsera del reloj y
nos fuimos cada uno por su atajo
a trabajar las almendras.
Ignorancia
Ignorancia
No sé por qué la rutina puede ser el peor de los lagartos.
Con sus pesadas patas.
Los ojos agrios.
La tripa hinchada.
Arrastrándonos.
Ni qué se nos va pudriendo
en las hojas arrancadas de un calendario amarillento
color sudario,
cuando antes,
no hace mucho,
los días fueron una jauría voraz
de dientes blancos.
Y nos enredábamos vírgenes de plomo.
Sin peso.
Si ya no eres
Si ya no eres
Me moriré de hambre sin tus senos.
Los sueños no sabrán a nata.
Mi saliva no será encaje de tibias y peronés.
Seré un huérfano atado a un colmillo gastado.
Las piernas no tendrán medias de carne que bajar.
No se alzará la sangre para plasmar vientres.
No existirá una redención de círculos hasta el cuello.
No habrá gritos perforando la más íntima membrana del oído.
Ni fiesta de hormonas.
Ni fiesta de vasos.
Me moriré de sed sin nada que escupir.
(Tendré que dedicarme, silencioso, errante,
a cultivar mis petunias entre las espinas).
Desde china con amor
Desde china con amor
Se nos acercó una china con la nariz rota
mientras paseábamos abrazados y enamorados
por la calle de todos.
La china nos ofrecía una flor.
Envuelta en plástico.
Y Ana le dijo:
«No, gracias, ya tengo un capullo».
Atrapado en tu telaraña de sueño
Atrapado en tu telaraña de sueño
Generalmente,
después de nuestro primer contacto de amor en la cama,
ella se queda dormida al instante (como un varón)
y yo me quedo despierto
(como una muchachita tímida e incierta).
Me quedo así, mirando el techo estático
o miro el rostro de su dulce sueño
o comienzo a ver las películas que uno
ve fuera de uno,
en ese estado prematrimonial de la vigilia.
Apenas me atrevo a moverme,
me quedo atrapado en su respiración profunda
como un náufrago a una balsa milagrosa.
Pero tampoco quiero dormir,
porque el sueño todo lo olvida todo lo borra,
y estos instantes
en que su cuerpo dormido yace ingenuo y profundo
a mi lado,
son para mí un tesoro de dicha extraña,
una sorda felicidad,
en que me siento observador y protagonista.
Y soy capaz de sentirme, por fin,
muy acogido en este mundo,
acogido, al fin, por ese aroma recuperado
que desplegaron las madres
en la trastienda de nuestra infancia perenne.
Aunque confieso que también
un impulso de presa contra dique
me lleva a desear clamorosamente una breve estampida:
huir de las sábanas
huir del roce de todo el aliento de su cuerpo
y abrir una ventana
o salir a la terraza
y gritarle al vecindario entero
que soy muy feliz y que he hecho
el amor como un escarabajo de fuego.
Pero siempre acabo reprimiendo este impulso vital,
estas ganas de gritar mis raíces verdes,
bien por pereza, bien por paciencia,
o bien porque el sueño ya ha comenzado
a aflojar mis manojos de nervios.
Ah,
y también porque el imán
del calor de su cuerpo
me ha hecho esclavo otra noche más.
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