Libro de poemas en que la sexualidad y el erotismo son retratados con fogosa carnalidad y una lúdica y crujiente ironía, que en ocasiones roza lo canallesco y gamberro.
Fuerte sensualidad y locos dictámenes de un seductor seducido por la piel que se queda pegada a los dedos, lo eterno que nos subyuga, la sexualidad más resplandeciente y enigmática. Siguiendo el rastro de una vívida identidad.
Una selva metafórica donde asistimos al rico universo erógeno del autor. Varios poemas de este carismático, fértil y exquisito libro han sido publicados en relevantes antologías de poesía contemporánea.
PUNTOS DE VENTA
Formatos en papel y digital
OPINIONES DE LOS LECTORES
Comentarios y reseñas sobre Kulo de zebra
Hola, soy Sara Rodríguez… y… me ha alegrado mogollón encontrar tu web.
Porque hace unos años, bastantes, me cogí de la biblioteca de mi pueblo una antología de poesía contemporánea, y había varios poemas tuyos, referidos a Kulo de Zebra… pues llevo todos esos años, todos, tratando de encontrar el libro… porque me fascinaron los poemas, por completo. Seguramente, será que no busqué lo suficientemente bien. Esta noche le pregunté a google y me llevó a tu web 🙂
Sólo saludar, decir que navegaré por ella (la descubrí, y te escribí) y que gracias.
Todavía recuerdo algunos versos, aunque haga años.
Para el lector, atreverse con Kulo de Zebra se antoja como una verdadera osadía; no por el hecho en sí de leer la obra, sino por las situaciones de rebeldía literaria y conceptual a las que nos enfrenta el autor.
¿Quién diría que el creador de estos versos es el mismo?
«Yo era el néctar de la pulpa de la fruta de la flor del amor. De aquel amor que nos convirtió en estatuas de sílex.» (Dolores y Nubes),
«Padre Nuestro, que estás en las Bahamas con tu nimbo al sol» (Kulo de Zebra).
Afortunadamente, es el mismo poeta, narrador, creador y vapuleador de sensaciones: José Martín Molina, un auténtico Dr Jekyll de la creación literaria, en la que tal vez, Kulo de Zebra sea su Mr Hyde.
Debemos saludar la antipoesía de algunos otros jóvenes poetas; muy en especial la de José Martín Molina, por su acendrado hedonismo y excelente sentido del humor. La antipoesía de ambos autores [Bins y José Martín Molina], a su modo diferentes y complementarias entre sí, nos permite reparar, tal como César Vallejo nos lo enseñó, en que el hábito no hace a la poesía ni, mucho menos, al poeta. Es decir, nos permite mantener abiertas las ventanas, de saludable aire fresco, en la irrespirable capilla de yuppies en que pareciera iba a convertirse toda la poesía española a manos de los del negocio de la «experiencia».
publicado en la revista Babab (ver más)
Interesantes escritos de @kulodezebra en http://t.co/aGWVwDxzTa Literatura moderna e impactante.
José Martín Molina y Blanca Miosi, dos de los grandes.
Sin atender a nacionalidades ni a generaciones, y mucho menos a etiquetas de alta poesía o poesía popular, entre los poetas que he descubierto aquí destacaría a Déborah Vukusic, Óscar Pirot, Álvaro Guijarro, Bárbara Butragueño, Toño Benavides, Antonio Díez, María Salgado, Dani Orviz, Miriam Reyes, Óscar Curieses, Enrique Falcón, Alejandro Céspedes, Rodrigo Galarza, Anouk A., Andrés Neuman, Billy MacGregor, Pedro Arguedas, Elena Medel, Silvia Oviedo, Omar Pimienta, Ana Gorría, José Martín Molina, Mercedes Cebrián y otros treinta que me olvido para evitar el aburrimiento.
José Martín Molina, un escritor como la copa de un pino: inmenso, profundo, frondoso e intrigante. No os lo perdáis.
Señor Martín Molina:
Placer inmenso de haberte conocido como escritor y de haber leído tu Kulo de zebra. Espectacular.
Seguí, que sos muy grande.
Eres el mejor, no dejes nunca de escribir plis, tus páginas web son bonitas… pero tus poesías me erizan la piel.
Anoche me terminé «KULO DE ZEBRA» del Grandísimo Escritor José Martín Molina. Otra joyita de libro de poemas, nunca deja de sorprenderme!!!
José Martín Molina, un auténtico Dr. Jekyll de la creación literaria, en la que tal vez, Kulo de Zebra sea su Mr. Hyde.
[…] El niño para mi antología, lo conocí, ya de otra manera. Me dejó sus textos y flipé con ganas y demás con su poesía rotunda, escabrosa y auténtica. Y ahora me explico, como debe hacer una presentadora formal, que para eso me han llamado y digo, primero escuetamente y a través de adjetivos muy bien pensados, medidos y concretos que: la poesía de José Martín Molina es ácida, tierna, variada, de temas y matices, dulce, sensual, muy sensual, fuerte, cínica, atormentada, marginal, efectista, tenebrosa, violenta muchas veces, apasionada y hasta cruel otras. Y digo en segundo lugar, que por sus versos desfilan las vivencias casi físicas, directamente asumidas como símbolo de este tiempo y esta sociedad, recorriendo en su creación poética un mundo complejo y torturado, cínico y poblado de seres a veces absurdos, reales, fantasmagóricos, hechos y figuras aparentemente inverosímiles que llegan a sobresaltarnos con su terrible cotidianeidad.
Otro de los rasgos temáticos que aprecio en su poesía es el tema amoroso en una doble vertiente: el amor tradicional pintado de ternura y humor, y en otra vertiente, una escritura directamente sexualizada, en la que el poeta se recrea a veces con obscenidad e incluso escatológica, y de cuyo reto sale airoso recurriendo al tono irónico o provocativo, como dije antes, o bien, a la fuerza de un verbo apasionado y que nos transmite su vivencia de sexo, por muy inmediata y obsesiva que resulte, como una verdad última de su mundo personal y su concepción de la existencia. Esta asunción del sexo como punto neurálgico, de su cosmovisión, no olvidemos la edad que tiene, le permite afrontar el tema con toda dignidad y enlazar perfectamente ese erotismo ajeno a los cánones de la ortodoxia expresiva convencional con esa multiplicidad temática, esa orgía descriptiva y noveladora de sus dráculas, por ejemplo, convirtiéndolo en un poeta radicalmente heteróclito, aunque convengo en señalar, o en señalarle a él, que tanta pluralidad de caminos en su cartografía creadora, esa incontinencia ajena a todo sentido de la ponderación, puede llevarle, si no coge bien cogidas las riendas, a un camino lleno de riesgos y extravíos de los que espero, sé, sepa salir sin perder su norte. […]