Entrevista al escritor José Martín Molina, realizada por la revista digital Plataforma de amor, en la que se tratan varios aspectos fundamentales de la novela erótica “Penetraciones“, como a quién va dirigida, el tratamiento de la sexualidad en sus páginas, las reacciones de las lectoras, la presencia del humor en la obra, las intenciones del autor, el espacio reservado para la temática del amor dentro de la narración o algunos apuntes sobre los personajes y su carácter.
“Penetraciones”: una novela en la que el amor y el erotismo combinan a la perfección con el humor y la melancolía
20 años como escritor no solo dan para contar con once libros en su haber y un premio literario (un accésit en los XIV Certámenes Nacionales “Ciudad de Alcorcón” en la modalidad de poesía), sino para saber cómo llamar la atención del lector. Y eso es lo que pretende José Martín Molina en su última obra: “Penetraciones”, una novela que no deja indiferente a nadie y en la que, además de hablarse de sexo, se deja un gran espacio para el amor. Todo ello con una mezcla de humor y melancolía.
Martín Molina, quien se define como un escritor “de estilo”, reconoce que el libro contiene un discurso provocador para la mujer, aunque al mismo tiempo el protagonista siempre acaba seduciendo a las lectoras, quienes afirman que “Penetraciones” les ha servido para adentrarse en la mente masculina.
¿Qué van a encontrar los lectores en “Penetraciones”?
Los lectores van a sorprenderse, porque aunque el título parece bastante directo, más que cerrar el contenido, a las pocas páginas, el lector entiende que el sentido del título es muy heterogéneo. Enseguida capta que no todo va de sexo. Que hay de todo y la estructura de la novela despista en el hecho de que no es lineal, sólo más o menos cronológica, con lo que quien avanza por las páginas ignora qué va a encontrarse en el próximo episodio. Añado que la obra no es nada al uso, nada corriente. Fundamentalmente es una novela de estilo. Su planteamiento es algo que se ha hecho poco en España; sí que tiene más tradición, este tipo de prosa, en la literatura estadounidense, por ejemplo. Abundan también otros aspectos que hacen la lectura muy fresca, ágil y novedosa. En general, es un libro que provoca diversas y muy distintas emociones, algunas incluso encontradas. No deja indiferente a nadie.
¿El erotismo deja algún espacio para el amor?
Por supuesto. Todo el libro es una historia de amor, o mejor dicho, varias historias de amor que se van enlazando unas con otras. Amor y desamor. Grandes hallazgos amorosos y grandes desencuentros, tanto sexuales como sentimentales. El protagonista es el hilo conductor de la novela, está manteniendo aventuras con varias mujeres a la vez sin que estas lo sepan, con lo que las tramas amorosas se superponen y multiplican, formando casi un collage cubista.
¿Cómo es tratado el sexo?
De múltiples maneras. Principalmente de una manera entre descarnada, directa, sin tapujos, y humorística. Pero además, muchas partes son puramente líricas. Poesía en prosa. Otras son filosóficas o psicológicas. O fisiológicas. Podría decirse que “Penetraciones” es, entre otras cosas, un amplio caleidoscopio sobre la sexualidad -una sexualidad muy particular- en la que entra el hedonismo, la sensualidad, lo canallesco, el chiste, el verso, lo grotesco, lo burdo, el fetichismo, la megalomanía, lo metafísico, lo pornográfico, lo realista, lo onírico, lo trascendental, la pregunta existencial… Más que contar el sexo (novela erótica), se habla sobre sexo, que es más interesante y más potente. Algunas secciones son testimoniales y alcanzan un aire parecido al de un diario íntimo. Sí que hay un cierto “sexismo” masculino, claro, que quizá sea inevitable.
¿Cómo queda reflejada en el libro la mujer?
Como persona, con defectos y virtudes. Y como diosa, como mantis religiosa, como compañera, como enemiga, como entelequia, como bicho, como ángel, como inspiración, como víbora, como salvación, como objeto, como néctar… A lo largo de la narración se suceden numerosos retratos de mujeres reales, retratos que van desde la caricatura a la exaltación poética, pasando por lo pintoresco, el realismo, el impresionismo, o incluso el surrealismo.
Un libro erótico escrito por un hombre. Imagino que los hombres se sentirán identificados con la obra y lo que en ella relatas pero ¿y la mujer?
Depende de cada lectora, eso es lo bueno. El discurso es provocador, sin duda, para una mujer. Provocador en muchos sentidos. Las hay que se hacen cómplices desde el inicio, adoptando una actitud divertida e irónica, y acompañan al protagonista en sus andanzas. Las hay que pasan del cabreo a la risa, y viceversa, en un abrir y cerrar de ojos. Son ejemplos, pero hay muchas más reacciones. Como el personaje principal se expresa sin límites, sin atender jamás a lo políticamente correcto, tal y como piensa a cada instante, sin restricciones, es lógico que esto produzca sentimientos de lo más dispar. Sin embargo, de una forma u otra, el protagonista siempre acaba seduciendo. Sí que hay un denominador común, aparte de lo sorprendente, y es la revelación. Muchas mujeres comentan que la novela es como entrar en el cerebro de un hombre en directo y ver lo que piensa realmente.
¿Para quién es este libro y quién no podría leerlo?
El libro es en primer lugar para mí. Cada vez que releo partes al azar disfruto muchísimo. Después viene el público -que siempre he tenido en mente-, de amplio espectro. Hombres, mujeres o caballos. No hay un perfil determinado. La novela sí tiene un límite: la edad. No es apta para menores, salvo que estemos hablando de un adolescente bastante avispado (yo me leía auténticas barbaridades a los quince años). Tampoco es un libro razonable para los lectores que sólo buscan historias románticas (romanticonas, diría yo, para entendernos) que ahora están tan de moda (como siempre). “Penetraciones” se impone contra la sandez sensiblera con cierta intención, y si me apuras, prepotencia. En un libro contra la tontería sensiblona que sólo nos conduce a darnos tremendos batacazos emocionales. También es un libro contra el supuesto estilo realista que no tiene imaginación ni riqueza lingüística o metafórica o artística. Su premisa es la calidad literaria, por encima de todo. Es más un libro de culto que un best seller, aunque tiene mucho, muchísimo tirón, no vamos a negarlo.
Defines tu obra como autobiográfica. ¿Por qué José Martín Molina necesita escribir “Penetraciones”? ¿Qué necesita sacar de dentro?
A lo largo de mi vida me ha sucedido en determinadas épocas que la experiencia que iba acumulando se me hacía demasiado reveladora, intensa y atropellada. Y necesitaba contarlo, ponerle orden al caos emocional, mental e intelectual. No tanto explicar el mundo, como explicarme el mundo o explicarme mi propio mundo, que es lo que, en definitiva, importa. Así, junto a la urgencia, se une la reflexión y el disfrute. Así se van armando mis libros. En concreto, “Penetraciones” forma parte de una etapa en que los toboganes emocionales y amorosos se estiraron al máximo. Había semanas que dormía en seis camas distintas y con diferente compañía cada vez. Días en que hacía el amor con una chica por la mañana y por la noche follaba con otra. Tal agitación vivencial, o la trasladaba a palabras escritas, o me volvía loco. Al final me he vuelto loco igual, pero ahí queda el monumento verbal, para la posteridad y para el provecho de todos.
¿Cómo se hace presente el humor?
Nunca se suelta la correa del humor, nunca. Siempre está presente como punto de vista, tanto en la escritura como en la lectura. Pero con distintas variables o condimentos según el trecho que leemos. Hay ironía, hay sarcasmo, hay cinismo, hay greguería, surrealismo, humor fino y humor poético, humor barroco, humor caricaturesco, escatológico, humor cotidiano, íntimo, etcétera.
Algunos de tus lectores dicen que en la obra se transmite algo de melancolía. ¿Melancolía hacia qué o hacia quién?
Sí. No todo lo que se relata es un puro cachondeo. En absoluto. Hay partes tristes, muy tristes. Enternecedoras, embriagadoras. Hay un poso de desencanto durante toda la novela, un “hasta aquí hemos llegado”, que representa el melancólico –y quizá desesperado– cierre de un ciclo vital. El amor y el sexo desgastan, desgastan muchísimo, si no fructifica en una relación perdurable. Es uno de los rasgos de la obra: un fabuloso, operístico, logradísimo, espectacular, polimórfico y monumental canto de cisne. Qué bella puede ser la muerte y la transfiguración.
La novela se divide en tres partes. ¿Podrías definirlas?
Las tres partes, aunque no llevan título que las defina, ni tan siquiera tienen sus límites claramente separados, podrían armarse en tres estados de ánimo: la euforia, la desazón y el resurgir. Por decir algo. Que tampoco me convence del todo esta clasificación, ya que no es del todo cierta.
¿Quiénes son los protagonistas? ¿Puedes describirlos?
Está el personaje principal, mi alter ego, que narra en primera persona. Un personaje nada lineal, y bien escurridizo y complejo, difícilmente catalogable. Humano, demasiado humano. A su alrededor surge la amplia colmena de personajes: amigos, amantes, amores, conocidos, no tan conocidos y familiares. Brillando con intensidad la personalidad de una buena constelación de féminas. También traigo conmigo a grandes de la música, de las letras, de las artes plásticas. Por ejemplo, hay un capítulo dedicado por entero a Chopin. Es más el imprevisible capricho el que dicta quién es el protagonista en cada tramo. Van entrando y saliendo las personas en la acción, a veces no reaparecen como era de esperar. Se juega, deliberadamente, al “aquí no hay guión”. Todo lo que ocurre no es sólo mera coincidencia.
Entrevista publicada en la revista Plataforma de amor