El poeta José Martín Molina es uno de los antologados dentro del panorama de la Últimísima Poesía Española que acoge esta voluminosa entrega denominada «Milenio», una destacada antología poética de Basilio Rodríguez Cañada, con coedición de Celeste Ediciones y Sial Ediciones, que busca la finalidad de ofrecer la mayor diversidad posible de la actual poesía española de cara al nuevo milenio. Respondiendo así a la siguiente esencial cuestión: ¿cuáles son todas las corrientes poéticas protagonistas del nuevo milenio? Una pregunta pertinente si se tiene en cuenta que el nuevo milenio nació con la vocación del desarrollo profundo de lo ecléctico y de una soberana heterogeneidad que cada vez se multiplica más y más.
Poemas de José Martín Molina publicados en “Milenio”:
(Versiones de los poemas tal y como aparecen en esta antología)
DAME UN BERSO
DAME un berso con la llave de tu aliento azul.
Un berso de esos que me roban las velas.
Navegaré entonces por tus estrías como llagas.
Repostaré en tus costras de heridas azor.
Y naufragaré entre las olas de tus nalgas.
Te untaré la escollera de crema con manos
de mariposa.
Buen puerto a buen fin. Escalas en el berso.
La mejor popa tu reverso.
NECESIDAD URGENTE EN UN PORTAL
ME agarraste por la solapa
y me metiste en tu portal
y me apretaste entre tus muslos
y empujé contra los buzones
y engrasamos tus nalgas
y me temblaron las piernas
y te tragaron las escaleras
y tu cuerpo de leche corrió hacia los sueños.
Sí.
Esos orgasmos que hacen
que se te nuble la cabeza al borde del desmayo
y que te tiemblen las piernas con un frenesí decapitado.
RED HOME
LA casa fue roja / Llena de luz y caos de liebres / Los muelles saltaron de las bisagras / Fue puro encontrarte detrás del albornoz / Beberme tus uñas rojas / Las pestañas bailaron en el lavabo / Nos perseguíamos de silla en silla / Hubo una habitación vacía que se sonrojaba con nuestro deleite de carreras / La gata miraba sin comprender / Y las toallas lanzaron gemidos / Dos ventanas se quedaron bizcas / Un centenar de palomas emergieron de los tiestos / Hasta los filamentos de las bombillas nos abrigaron de lana / Imitamos el cuadro de Motherwell / Nos imaginamos tendidos en un tundra de radiadores / Y los felpudos nos llenaron de pelos / Llovieron lentejas y los muebles varios pisos de bizcocho hasta el techo del paladar / Tu bikini se enredó con la pelusa del sofá / Brillaron las tazas de café y una copa de anís / A las cortinas les salieron unas manchitas rojas de espanto / La música iba sola / Tus piernas se llenaron de plumas / Mis manos pisaron tus manos / Un rotulador garabateó un alacrán en tu muslo / Yo me quitaste veintisiete corbatas / Y los grifos se amaron como anguilas / Tres cepillos te sacaron brillo y después me bebí tu maquillaje / Nos tumbamos a ver las estrellas en el pasillo / Y la bañera fue nuestra sepultura de barro / Sólo la cama se quedó desnuda y ajena / muy sola.
THIS MORNING BLACK BIRDS
ESTA mañana nos hemos teñido
el pelo juntos en tu bañera.
(Negro azulado).
Nos hemos lavado la cabeza juntos.
Tú me has puesto suavizante.
Yo te he puesto suavizante.
Nos hemos aclarado el uno al otro.
Cabezas despejadas. Un beso.
Tus uñas se han quedado negras.
Como un carbón trasnochado.
HOGAR DULCE HOGAR
ESPERÁBAMOS a que nos enganchasen la luz.
Tú estabas de rodillas,
inclinada, agachada, gateando:
fregabas con ímpetu el suelo.
Llevabas ropa de faena, sucia y ajustada (camiseta, mallas verdes):
clara imagen doméstica y perversa.
Yo me encargaba de los baldosines.
Acabamos antes de que nos
diesen la noticia de la luz.
Ah,
y la lejía: esperma de limpieza.
MARCHA ATRÁS
NO me retiré a tiempo.
Ahora es muy posible muy posible muy posible
que seamos tres.
Ya hemos decidido qué hacer con el tercer vértice
del peliagudo triángulo (si es que llega a germinar):
Pagaré yo el destierro de tu tierra.
Y te llevaré flores a la clínica.
CRUCERO
Tus labios fueron souvenir desde un espejo de aguas profundas.
Una noche que desembarcamos desde
suelo firme, varios güisquis, un reloj sin importancia.
Desde el camarote vimos una intensa
puesta de sol. De acero.
La aleta de un tiburón nos resultó levemente angelical
emergiendo un instante en la bañera.
Y nuestras branquias se besaron para festejarlo.
Lo recuerdo perfectamente:
el timón se detuvo,
el mar fue una circunferencia exacta,
levamos anclas desde un grito.
El reloj no tuvo relevancia.
Varios güisquis al pie de la cama.
BEBER
SUFRO.
Sólo porque las mujeres son un vaso de tórridas nalgas
tan alto y tan bajo
que sólo alcanzo sorbos
de quinina.
MALOS TIEMPOS
Quién sabe cómo se ha colado
esta impureza en nuestro vaso de agua.
Es como una pluma de alquitrán
subiendo y bajando entre los hielos.
Tú dijiste una vez:
“Un vaso entero guay de agua”.
Pero ahora es un estanque de carpas muertas.
Mejor no beber. Micción tóxica.
No deja de surgir
como un pensamiento oscilante
(como una pluma de alquitrán: arriba, abajo)
toda la orina que has dejado al borde de mi cama.
Así has marcado tu territorio.
Mis rincones. El fondo de mis axilas.
Lo que era agua ahora es váter.
Lo que fue rocío ahora ingle amarga.
GOOD BYE
El último beso fue un beso borracho.
Ni siquiera sabíamos que era el último.