En la versión definitiva en dvd de Apocalypse Now Redux (2001) de Francis Ford Coppola desaparece el final en que van saliendo los créditos de la película mientras vemos cómo estalla larga, impactante e hipnóticamente la psicodélica concatenación de explosiones que dinamitan el campamento de Kurtz en mil pedazos.
En uno de los extras del dvd Coppola nos explica la historia de este psicotrópico final. Tuvieron que desmontar, tras el rodaje (rodaje de 2 años de duración), toda la estructura creada en Filipinas para el campamento terroríficamente visionario del coronel Kurtz (Marlon Brando como el contra-Buda o el Buda de la locura). Así que decidieron dinamitarlo y de paso rodarlo con muchas cámaras, por si podían aprovecharlo para algo (más metros de película, pues: una película con miles y miles de kilómetros de rodaje, imaginarse el ingente montaje de tanto material da auténtico vértigo). Con lo que no estaba en el guión original incluir la barbarie luminotécnica, el apocalipsis de la destrucción, el desmoronamiento flamígero del imperio-holocausto de Kurtz.
En el estreno de la película se decidió utilizar estas imágenes para los créditos finales.
Coppola nos explica cómo al dejar este final (los rótulos con las explosiones) la película se salía de sus intenciones, ya que practicamente nadie interpretaba este final como algo aparte de Apocalypse Now, sino como la continuación de la película, el final apocalíptico (la destrucitva respuesta norteamericana al delirante imperio del impecable oficial Kurtz que se salió de los márgenes de lo imposiblemente aceptable). Coppola afirma no buscar esto en absoluto, sino un mensaje más esperanzador, un final no-destructivo: Indígenas arrojando las armas, Martin Sheen trasformado en extraviado gurú de la paz (eso sí, con las manos manchadas de sangre correligionaria).
Así, Coppola acabó por quitar las explosiones finales y dejó los créditos sobre fondo negro. (Quizá quiso salvaguardarse y salvaguardar su creación de incidir excesivamente en la apología de la violencia y la destrucción…)
Y nosotros, desde aquí, nos manifestamos particularmente contrarios a este final definitivo (el que no tiene las explosiones). Porque:
Si la película es un auténtico manifiesto de la locura humana hasta la deshumanización más terrible, ¿qué mejor final que el del nirvana de la desintegración final? Un rotundo final extasiado y lentamente atómico que durante casi 6 minutos nos desarma el sentido común (y nuestros anclajes a la liviana realidad), explosión a explosión…
Por otro lado, termina la película, aparece el primer rótulo “Apocalypse Now” (título del film) e inmediatamente, la primera explosión. Tiene sentido: APOCALIPSIS AHORA, la destrucción final de Dios, Dies Irae, la destrucción de la “Sodoma y Gomorra” de la degeneración bélica, a la mierda con Vietnam y sus malditas consecuencias del horror y la más espantosa irracionalidad.
Es más: el final destructivo, campamento de Kurtz en la noche de los tiempos volado mil veces por los aires, nos encaja a la perfección con el inicio de la película: explosiones y napalm y la música de The Doors con su tema “The End” (el final) que nos va anunciando el desastre, la enfermedad, la enajenación, el delirio, crónica anunciada fatal de lo que vamos a ver en Apocalypse Now. Una desgarradora mirada sobre la frustración crítica de la experiencia nefasta estadounidense llamada Vietnam. Guerra absurda, caprichosa, alucinógena, pesadilla cruenta de LSD. Jim Morrison, recitándonos: “This is the end… my only friend, the end…” (tanto al principio como al final del largometraje).
En este largo viaje a través del río, paralelismo con un viaje al infierno dantesco del siglo XX, en que vamos avanzando progresivamente, durante el visionado de esta obra maestra, desde el humor bélico más rocambolesco, surrealista y delirante hacia el más absoluto HORROR, la enajenación, la debacle, la destrucción perpetrada por la salvaje irracionalidad humana, nos parece que el apocalíptico final pirotécnico (descartado finalmente por Coppola) justifica y remata esta progresión hacia el infinito de una deshumanización descuartizada donde palmeras y hombres arden con la furia de un pequeño dios taimado, primitivo, déspota, iletrado, amoral, vengativo, dios de la guerra y del vacío, del horror más incomprensible.