Escultura e instalación de la artista suiza Sylvie Fleury (nacida en Ginegra, 1961), que en sus creaciones suele inspirarse en objetos de lujo, del mundo de la moda y relacionados estrechamente con el consumo. Sea con sus creaciones crítica o no, irónica o no, ella misma expresa el desasosiego que produce el consumismo en estos términos: “Un deseo satisfecho, despierta nuevos deseos”. Introduciéndonos en una espiral imparable del cada vez más, del cada vez mejor.
Fuera de estas consideraciones, la obra que nos ocupa, nos hechiza por ofrecérsenos de manera invertida la mitad vestida de una mujer o maniquí, de cintura para abajo, unas hermosas piernas que delinean el aire con una deseable sugerencia táctil y visual, conviertiéndose en objeto fetichista o de culto. Recordemos que el fetichismo centra su atención en las partes, nunca en la totalidad. La mitad inferior de la mujer se convierte en la parte superior (la parte superior desaparece para siempre), y las piernas vestidas con pantys azules se cruzan con elegancia de cisne en un estanque-diana que reflejan la ausencia del resto del cuerpo, que no se echa de menos en absoluto. Pues sí, vaya, un perfecto ready-made que podríamos colocar en el suelo del salón de nuestros sueños como trofeo contemplativo y hedonista.